sábado, marzo 18, 2006

¿Es tan antropocéntrica la ciencia como la religión?

Se acusa muchas veces a la religión de ser antropocéntrica. Se le acusa de tener la idea de que el ser humano es, de alguna manera, el centro del universo y que Dios ha creado ese universo en función de él. Esta visión se considera poco creíble teniendo en cuenta los resultados de la ciencia acerca del universo y la evolución.

No obstante, si analizamos la forma en que funciona la ciencia, en su núcleo también presenta lo que podríamos llamar antropocentrismo.

¿En qué me baso para hacer semejante afirmación?

Si observamos de cerca, veremos que los científicos, en su investigación, asumen implícitamente que su mente está configurada de forma que pueda comprender la realidad. Es lógico. Si no asumimos eso, ¿porqué vamos a hacer ciencia?

Lo que me llama poderosamente la atención es que eso me parece una forma de antropocentrismo o, incluso de antropomorfismo.

De alguna forma, para el científico la realidad tiene una forma racional y entendible por el ser humano (antropomórfica) y, en mi opinión, esto implica que, en ese sentido, sí somos el centro del universo (antropocentrismo).

Todo esto es muy interesante porque conecta la idea básica de las religiones monoteístas con la misma esencia de los supuestos de la ciencia (realidad externa a nosotros y nuestra capacidad de conocerla).

A pesar de todo, esto tiene que matizarse y ahí empieza lo más interesante.

Tras investigar la realidad e ir avanzando acerca de su configuración y acerca del proceso evolutivo, no se pueden hacer esas afirmaciones tan tajantes acerca del ser humano.

En realidad, todo parece indicar que los seres humanos como tales somos un producto accidental del universo y fruto de demasiadas contingencias azarosas y accidentales.

Entonces, ¿en qué quedan esas observaciones de antropocentrismo y antropomorfismo aplicados a la ciencia?

Pienso que no se aplican al ser humano como tal, sino a algo más esencial: nuestra inteligencia.

Los seres humanos seguramente somos un punto intermedio evolutivo entre otros. Quizás en millones de años evolucionemos hacia a seres mentalmente inimaginables por nosotros. O quizás seamos un callejón sin salida. Es posible.

Lo que sí tengo claro es que nuestra inteligencia, nuestra capacidad de autoconsciencia y análisis de la realidad, no son un callejón sin salida ni algo trivial, sino una propiedad emergente de la materia que nos comunica algo muy profundo acerca esa realidad.

Seguramente nosotros sólo poseemos un destello inicial de esa capacidad que llamo "inteligencia", pero en ella radica el CENTRO alrededor del que gravita la ciencia.

Mi postura no es un antropocentrismo, sino un inteligenciocentrismo. Una propiedad de la que el ser humana presenta un destello.

Creo que la religión, en su antropocentrismo vislumbró toscamente algo que responde a la realidad y que es el inteligenciocentrismo que se esconde en la ciencia.

jueves, marzo 16, 2006

El Fundamentalista Ateo y sus Graciosas Contradicciones

Algo que me parece interesante de internet es que puedes encontrar a gente con opiniones dispares, incluidas las más disparatadas. Un caso concreto es lo que yo etiqueto de fundamentalista ateo.

¿En qué consiste su discurso?

En realidad es muy simple. Básicamente consiste en la creencia y afirmación de que la religión, en cualquiera de sus manifestaciones, se debe a la estupidez humana generalizada y a la maldad de unos cuantos que se aprovechan de los demás.

No vale la pena analizar excesivamente afirmaciones que salta a la vista que surgen de problemáticas emocionales. Es evidente el patrón básico del fanático que configura sus opiniones basándolas en un todo-nada, bueno-malo, conmigo-contra mí.

En realidad, no tienen nada de particular estas afirmaciones porque se puede entender que formas de vida simples den explicaciones de la realidad simples y respondan de forma simple.

Lo preocupante y el máximo de lo grotesco se alcanza cuando la misma persona que hace esas afirmaciones se define como racionalista y defensor del pensamiento crítico.


Peor todavía cuando puedes observar que otros que se definen como racionalistas o escépticos, no le responden y le siguen la corriente....¿Será por miedo? ¿O es que abunda este tipo de gente entre los que se definen como racionalistas y escépticos? No lo sé, pero me da miedo.

Me pregunto de forma ingenua:

¿Seguro que todos los que tienen algún tipo de creencia religiosa son estúpidos? ¿Puede alguien garantizar que están absolutamente equivocados en todo? ¿Seguro que todos los que tienen un cargo clerical son malos? ¿Son más o menos malos o estúpidos que esos ateos que hacen afirmaciones tan simples como llenas de odio irreflexivo?

¿Hay algún destello de racionalidad en alguien que pretende explicar un fenómeno humano universal como el religioso con un par de afirmaciones tan simples como cargadas emocionalmente? Lo dudo. Salta a la vista la simpleza de esas afirmaciones y la exacerbación de la peor de las emociones.

Al margen de la inutilidad de usar el insulto como argumento, el basar el análisis de un fenómeno humano en un par de valoraciones éticas, no nos aporta nada ni nos da ninguna información. No nos sirve para entender y mucho menos para cambiar nada. Además, habría que ver la "base empírica" y la "racionalidad" del supuesto racionalista que juzga moralmente a los demás. Las valoraciones éticas suelen estar bastante repletas de emociones.

En algo estoy de acuerdo con esta gente. Abunda la irracionalidad y la superstición. Sería interesante que aumentara la gente que tuviera la razón como un valor importante.

Soy también pesimista como ellos. Ahora bien, mi pesimismo es mayor que el de ellos porque muchos de los que se consideran racionalistas dan abundantes ejemplos de irracionalidad. El que hemos comentado es un ejemplo.

Prefiero no imaginarme una sociedad dirigida por semejantes "pensadores críticos" y "racionalistas". Me da miedo.
¡Que Dios nos libre!


miércoles, marzo 15, 2006

¿Quién es Dios? ¿Qué entiendo por Dios?

Al declararme deísta, alguna vez me han hecho las preguntas anteriores y he intentado dar una respuesta. La mayoría de veces he intentado organizar mi pensamiento para dar una respuesta formal y que podría ser más o menos académica. Quizás daba respuestas que me sirvieran para dar responder a posibles replicas y ataques del que preguntaba.

La verdad es que reflexionando acerca de mis respuestas he podido ver que no eran respuestas que yo sentía internamente, sino respuestas al exterior, a la galería, de lo que se supone debía creer u opinar.

Mis respuestas no me han dejado satisfecho porque, aunque pudieran tener un valor racional, no respondían a lo que yo realmente siento. Opiniones demasiado artificiales y, por eso, esta vez prefiero darme una respuesta a mí mismo. Creo que debo sincerarme conmigo mismo.

¿Qué entiendo por Dios?

En realidad, la pregunta correcta sería:


¿Quién es Dios para mí?

Ante todo siento que Dios está ahí y que es Alguien.

La idea de Dios es en mí un sentimiento, una emoción que hace referencia a una Presencia que siempre me ha acompañado con mayor o menor intensidad.

Yo no creo porque primariamente haya llegado a la conclusión racional de que Dios existe o de que hay argumentos para creer que puede estar ahí. En realidad, yo en mi interior SÉ que está ahí.

El dar mil vueltas, el usar miles de argumentos, puede ser interesante, entretenido,importante y necesario; pero para mí es irrelevante. Simplemente yo sé que estás ahí.

¿Cómo lo sé? En realidad no lo sé, pero lo siento, lo percibo. Negarlo sería engañarme a mí mismo. Negarlo sería algo así como negar el Sol o la Luna o a alguien que conozco.

Cualquier argumentación, cualquier reflexión, por profunda y elaborada que sea ha sido una reflexión posterior acerca de aquello que ya conocía.

Otras veces mi discurso ha sido una reflexión para coordinar mis sentimientos de mi sensación de presencia de Dios con mis conocimientos, con mis circunstancias o con aquello que ya sabía.

¿Quiere decir que esto que sea una idea irracional?

No. Sólo quiere decir que mi respuesta es primariamente un sentimiento consecuente con una percepción profunda. Una percepción que por vías racionales se puede argumentar muy bien.

Para mí Dios es "alguien". El decir "alguien" quiere decir que tiene algo en común con nosotros. A falta de otra palabra mejor uso la etiqueta "Inteligencia".

Pienso que todo lo que existe, existe por Dios. Creo que todo empieza y acaba en Dios.

Identifico a Dios con el bien ético, con lo bueno. Identifico a Dios como el fundamento del bien y de lo justo.

Identifico a Dios con el sentido y significado profundo de la vida humana, de toda vida y de todo lo que existe.

Creo que sin Dios se pierde la base del bien o la justicia. O quizás sería mejor decir que ese fundamento no existiría o sería el absurdo.

En definitiva, creo en Dios porque desde la percepción, los sentimientos y la razón sé que está con nosotros.

Puedo imaginarme que alguien lee y va pensando que mi respuesta es demasiado emocional; pero ¿ realmente lo es?

Al menos, de entrada sí que es primariamente emocional. Como mi respuesta es sincera y parte de lo que realmente siento, necesariamente ha de serlo porque esa es nuestra naturaleza.

Cualquier persona que opine visceralmente lo opuesto que yo (un ateo), si es sincero, sabe que tendrá que responder en primer lugar desde las emociones. Los razonamientos presentados inicialmente son una fachada, una cortina de humo y un autoengaño.

El negar nuestro aspecto primariamente emocional es una falsedad y, como tal, irracional. No podemos entender racionalmente la realidad y al ser humano si no entendemos que nuestra percepción está impregnada de emoción. No puedes ser un verdadero racionalista si no admites, eres consciente y entiendes de este hecho.


martes, marzo 14, 2006

Nuestro Parentesco con los Animales

Sabemos que en caso de dudas acerca de la paternidad, se pueden hacer pruebas genéticas que comparen el material genético entre individuos. Con esas pruebas genéticas podemos saber el nivel de parentesco entre individuos y, en particular, si un individuo es el padre de otro.

Con esta metodología también podemos conocer que todos los humanos tenemos un ancestro común.

Lo mismo se puede hacer entre diferentes especies. Se puede estudiar su material genético y compararlo.

Con estas comparaciones genéticas podemos conocer el nivel de parentesco entre diferentes especies, su proximidad o lejanía, es decir, la proximidad o lejanía del padre común entres esas especies: su ancestro común.